Casada con un muro, y luego viuda

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Una mujer sueca considera que los objetos poseen alma y merecen una vida digna, ella asegura estar casada hace 29 años con el muro de Berlín.

El amor es un sentimiento que los seres humanos necesitan para alimentar en algún periodo de sus vidas. Hay quienes eligen a miembros del mismo sexo, hay quienes construyen un vínculo afectivo con sus mascotas y hay personas que se atan a objetos. Es el caso de Eija Riitta Berliner Mauer, una mujer sueca de 54 años que asegura estar casada en primeras nupcias con el muro de Berlín (es exactamente lo que significa su apellido en alemán). “Considero que las formas largas y delgadas con líneas horizontales son muy sexies. La Gran Muralla China, por ejemplo, es atractiva pero es muy gruesa. Mi marido es mucho más lindo”, sostiene Eija en su sitio web (www.berlinermauer.se).
Hace algunos años, esta mujer fue diagnosticada con un fetichismo sexual por las cercas y las paredes, que deriva del animismo. Así como las tribus de Jíbaros en Ecuador, creen que algunas plantas tienen alma, esta mujer considera que los objetos tienen el mismo derecho a tener una vida digna sobre el planeta. “Los seres humanos nos creemos superiores, deberían aprender a tratar a los animales, objetos y plantas con más respeto”.
Cuando Eija tenía siete años vio al muro de Berlín frente a la pantalla “fue amor a primera vista”, recuerda desde su página.
Desde entonces esta ex empleada de una farmacia asegura haber desarrollado la habilidad de comunicarse con los objetos, incluso sexualmente. En el año 1979, Eija viajó por sexta vez a Berlín y concretó la unión con su actual marido en una ceremonia y desde entonces, utiliza su apellido.
“Como cualquier pareja, tenemos nuestros buenos y malos momentos” declaró la excéntrica mujer al diario Calgary Sun en junio de este año. En octubre de 1989, miles de familias se reencontraron luego de derribar el paredón que separaba a Alemania Occidental de la Oriental. Para Eija fue una tragedia “Ví por televisión como una horda frenética asesinaba a mi marido. Apague la tele, corrí las cortinas, eché llave a la puerta y me encerré en mi mismo. No podía ver los que le hacían.” Hoy viven distanciados porque ellas se encuentran en Liden, su pueblo natal en el norte de Suecia, pero asegura que su amor se encuentra intacto, como el día que se conocieron.

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