Suele darse el nombre de monstruo a todo ser compuesto o producido contra el orden regular de la naturaleza. Popularmente también se aplica al ser deforme, cruel, maligno o perverso, aunque no exista en su figura nada de irregular con respecto a su propia especie. Hay muchos mitos en relación a los monstruos, que veremos en el artículo de hoy.
Asimismo, es corriente denominar monstruo a un animal de gran tamaño, e incluso de pequeñas dimensiones, a causa de su exotismo o de la instintiva repelencia que producen entre las personas. Esto sucede con bestias fósiles como los dinosaurios; con animales legendarios, cuya existencia no ha sido confirmada por la ciencia como el kraken, calamar gigante; y con reptiles que aún viven, como el monstruo de Gila, lagarto propio de los desiertos de Arizona y de Nuevo México.
La creencia en los monstruos se remonta a los tiempos primitivos, cuando el ser humano vivía inmerso en un universo completamente mágico, pues se han encontrado pinturas rupestres, en las cuevas de Marsoulas y Altamira, en las que se ven rostros grotescos que tal vez representan demonios o genios maléficos a los que seguramente se atribuían males y calamidades.
Otras figuras primitivas, que tienen poco de humanas, pueden representar los primeros monstruos creados por la imaginación del hombre de la Edad de Piedra, a causa del miedo que le provocaban determinados animales. También es posible que representara a extrañas criaturas que veía en sus sueños y pesadillas.
En muchas tumbas egipcias se ven pintados monstruos de horrendas formas. Algunos parecen estar relacionados con los que cada difunto creía haber visto en vida o en sueños, pero otros representan a los monstruos que existen en el camino que ha de atravesar hasta llegar al lado de los dioses.
No es descabellado suponer que la creencia en determinados monstruos haya nacido de la distorsión de una historia transmitida verbalmente, así como la posibilidad de uniones antinaturales entre bestias y seres humanos.
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