El curioso y numeroso panteón romano: dioses tutelares

En esta primera entrega haré una visualización de cómo era el panteón romano, empezaré por los dioses tutelares, es decir aquellos que en su función de pater paternales, ofrecian protección y eran las divinidades más poderosas. Hubo un cierto número de dioses puramente itálicos, de origen netamente latino y otros con influencias griegas. La fundación de Roma data del año 753 antes a. C. y las  colonias griegas ya se habían establecido en ese mismo siglo en Italia meridional y Sicilia; la combinación de ambas culturas con sus creencias, más la influencia de los Etruscos creo un panteón romano que en el transcurso de los siglos III y II a. C. se completó totalmente. 

El dios romano Jano (estatua del Museo Vaticano)
El dios romano Jano (estatua del Museo Vaticano)

Los romanos consideraron a sus dioses como protectores. Hubo, pues dos clases de dioses: los encargados de velar por el Estado y los que protegían la Familia. Ahora empezaré este conjunto de relatos por aquellos que protegían al estado esencialmente y acompañaron a los romanos en sus guerras y conquistas; sin embargo hay que dejar claro que ambos sistemas de culto fueron de igual importancia. El culto tributado por el Pater fanálias a su Lar, a sus Penates o a sus Manes tuterales poseía la misma solemnidad que el que tributaba a Jano o a Júpiter. 

Entre los dioses protectores del Estado, Jano fué la divinidad esencialmente itálica. Dios de las puertas públicas y de las puertas privadas, tenía por atributos la llave y un bastón para rechazar a los intrusos. Sus dos caras (Jano bifronte) le permitían una doble vigilancia. Fué el protector del viajero y, por extensión, de todas las vías de comunicación. Bajo la denominación de Portunus, fué el dios de los puertos y el inventor de la navegación. Presidía, también, el nacimiento del día, y se le atribuyó «Un importante papel en la creación del universo como Jano Pater, dios de los dioses”. Se lo honraba en el primer día de cada mes y en el primer mes del año, es por ello que este mes de conoce hasta nuestro días y todos los idiomas como Januarius o Enero.

El culto de Marte fué de gran importancia y era otro dios protector del estado romano, dado que sus funciones como dios de la agricultura y dios de la guerra correspondieron a los dos estados sucesivos de los romanos, que fueron agricultores antes de ser conquistadores. Además, como esposo de la vestal Rhea Silvja, se cree que fue el padre de Rómulo y Remo. Los latinos consideraban a Marte como hijo de Juno. Numerosos animales le estaban consagrados como por ejemplo el caballo y el lobo, animal que está relacionado con la leyenda de los fundadores de Roma. 

El primitivo Júpiter latino fué el dios de la luz, del sol y de la luna y de los fenómenos celestes: el viento, la lluvia, el trueno, la tempestad, los relámpagos, adorado en las regiones agricolas. Júpiter perdió rápidamente sus funciones rústicas y se convirtió en el gran protector de la ciudad y del Estado. Fué un dios guerrero y simbolizó las grandes virtudes de la justicia, la buena fe y el honor. Adorado en toda Italia, se celebraron en su honor los ludi romani, juegos anuales en el circo, y los ludi plebeii, carreras pedestres y juegos escénicos. 

Continuaré en otra entrega con más dioses tutelares tales como Vesta, Vulcano, Saturno y la diosa Juno, que además de sus funciones tutelares del estado, cumplía funciones de protectora familiar, tal como veremos después.

Créditos: imagen obtenida de Wikipedia, autor: Fubar Obfusco.

4 comentarios en «El curioso y numeroso panteón romano: dioses tutelares»

  1. Los romanos consideraron a sus dioses como protectores. Hubo, pues dos clases de dioses: los encargados de velar por el Estado y los que protegían la Familia. Ahora empezaré este conjunto de relatos por aquellos que protegían al estado esencialmente y acompañaron a los romanos en sus guerras y conquistas; sin embargo hay que dejar claro que ambos sistemas de culto fueron de igual importancia. El culto tributado por el Pater fanálias a su Lar, a sus Penates o a sus Manes tuterales poseía la misma solemnidad que el que tributaba a Jano o a Júpiter.

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